Las Drogas y El Arte

domingo, 13 de junio de 2010




Mucha gente piensa que las drogas resultan beneficiosas para la creación artística. Probablemente sin embargo es a los artistas a los que hay que preguntar al respecto, y mientras que no faltarán quienes están de acuerdo, los hay que simplemente no lo están. El tópico dice que el uso de las drogas es habitual entre los músicos rock, si bien probablemente el tópico se refiere a drogas modernas en estilos artísticos nuevos. Músicos clásicos, pintores y escultores hubieron ya sido aficionados a la morfina durante el siglo diecinueve. Lo habitual ahora es citar a músicos como Eric Clapton o David Bowie de entre los que hicieron un uso extensivo de drogas durante su juventud. Por no citar a aquellos de cuya muerte se ha dado como motivo una sobredosis, como Jimi Hendrix o Janis Joplin. De nuevo merece la pena citar que, sin embargo, la cuestión resulta polémica y no exenta de contradicciones. En una entrevista concedida en 1996 por el recientemente fallecido Richard Wright, teclista de Pink Floyd, contestaba a una pregunta al respecto así; «si me estás preguntando si Pink Floyd tomaban drogas, la respuesta es no. Es imposible tocar bien una música como la nuestra habiendo tomado drogas al mismo tiempo». Sin embargo, a comienzos de 2008 los medios se hacían eco de que «Roger Waters deja el LSD después de un mal viaje». Así pues, bien Richard Wright estaba de coña, bien hablaba sólo por él mismo.


The Mars Volta fueron una banda caracterizada en sus comienzos por actuaciones en directo caóticas y un uso intensivo de las drogas. Jeremy Michael Ward, uno de los miembros fundadores, fue encontrado muerto de sobredosis, momento a partir del cual el resto de la banda dejó de utilizar opiáceos. Esto ocurrió en 2003. En 2005 grabaron Frances The Mute, aclamado por la crítica como su mejor trabajo. Así pues, al menos en su caso, la maestría creativa no hubo dependido de las drogas.

Jimmy Page, mítico guitarrista de Led Zeppelin, en cambio, reconoce haber utilizado drogas y no haber dejado nunca de hacerlo. A la pregunta de si se arrepiente de haber sido consumidor de cocaína y heroína responde que «en absoluto, lo necesitaba para centrarme en mi música, y cuando lo utilizaba me sentía realmente centrado». ¿Cosas de macarras? Frank Zappa nunca utilizó drogas y siempre hizo explícita su oposición a su consumo por motivos recreativos y no médicos, tal y como cuenta Barry Miles en su biografía. Su hijo Dweezil protesta. «Hay muchas cosas que se malentienden o no se reconocen sobre la música de mi padre, y esto ocurre porque la gente que trabaja en revistas como Rolling Stone se encarga de filtrar la información. Hace poco publicaron una ilustración bastante cutre de alguien que había dibujado a Frank sujetando un porro. Frank siempre estuvo contra las drogas, pero hay a quien le interesa perpetuar una falsa imagen de él, aún después de su muerte». En su mítico Does humor belong in music? Zappa deja clara su posición sobre el tema.

Cuando le preguntaron a Ringo, dijo que después de grabar bajo el efecto de las drogas se iban contentos a sus casas, pero cuando volvían al estudio al día siguiente, se daban cuenta que era todo un desastre y tenían que hacerlo de vuelta.

Otro ejemplo de lo mismo sería Robert Fripp, guitarrista de King Crimson. Es alguien que siempre ha presumido de un estilo de vida modesto. «No conduzco coches rápidos, mi mujer no es una cachonda, y no tomo drogas. Ni siquiera aspirinas». La fuente de la cita es el libro sobre Fripp de Eric Tamm titulado From Crimson King to Crafty Master. En el número 45 del Musician Magazine, publicado en 1982 aparecía una entrevista a John McLaughlin realizada por el propio Fripp, simpáticamente titulada Coffee and Chocolates for Two Guitars. Ambos reconocen en la misma no haber tomado nunca drogas.

Steven Wilson. «Me da miedo la nueva generación de niños nacidos tras la revolución de la información, que van a crecer con Internet, teléfonos móviles, iPods, descargas, realities en la tele, consolas de videojuegos, drogas. Son cosas que distraen a la gente sobre lo que es importante en la vida, desarrollar un mínimo sentido de curiosidad sobre lo que hay ahí fuera».

Sigur Ros, en una entrevista con su guitarrista Jonsi Birgisson publicada en su sitio web. «Nunca recomendaremos a nadie que tome drogas, aunque esos mismos piensen que nosotros las tomamos cuando tocamos o componemos».

Bruce Dickinson, sobre el estilo de vida de los rockeros a la revista serbia Blic. «La mayor parte de los que se apuntan a una banda de rock lo hacen pensando en beber, en tontear y en probar las drogas. Y yo no lo soporto». El vocalista de Iron Maiden ya hubo demostrado su falta de tolerancia al consumo de las drogas al abofetear a uno de los presentes en uno de sus conciertos que fumaba un porro de Marihuana en la primera fila.

Al director de cine Stanley Kubrick le preguntaron en una ocasión si alguna vez había utilizado drogas del tipo de aquellas a las que se le reconoce una expansión de la consciencia. Su respuesta le confirma como el maestro en tantas cosas que era.

«No, creo que en realidad las drogas son más útiles para la audiencia que para el artista. Creo que cosas como la unidad del universo, o la absorción de lo que significan las cosas a tu alrededor, o la persuasiva aura de paz y satisfacción no constituyen el estado ideal de un artista. Tranquiliza la personalidad creativa, lo que entra en conflicto con la furia que debería suponer el nacimiento de las ideas. El artista debe buscar la transcendencia en su propio trabajo y no imponerse barreras artificiales entre él mismo y motivo principal de su subconsciente. Una de las cosas que me sitúan en contra del LSD es que todos aquellos a quienes conozco y lo utilizan tienen la misma incapacidad para distinguir entre lo que es realmente interesante y estimulante y las cosas que se les aparecen a modo de bendición universal cuando tienen un buen viaje. Y parecen perder por completo sus facultades críticas, desprendiéndose de las cosas de la vida realmente estimulantes. Puede que cuando consigues que todo sea bello, en realidad nada es bello.»

¿Es el uso de las drogas para estimular la creatividad, algo del siglo veinte, entonces?

Una prueba dirigida por el Dr. Werner Baumgartner en la Corporación Psychemedics de Los Angeles intentaba localizar rastros de opiácieos en 20 pelos de Ludwig Van Beethoven. El resultado fue negativo, indicando que no existía evidencia alguna de consumo de morfina u otras formas de opiácieos como el láudano tan popular en su tiempo. La morfina tiene un espléndido historial médico como analgésico, sedante y antidiarréico en toda Europa, y la Enciclopedia de la Historia Médica cita que «antes de 1870, la medicina europea consideraba al opio como una panacea». El caso de Beethoven es significativo. Se conoce que durante los últimos años de su vida, ya enfermo, sufría de terribles dolores. Y sin embargo decidió no tomar drogas que comprometiesen su capacidad como compositor. Sin embargo, gente como Charles Dickens, Gabriela Mistral o Pablo Neruda hubieron sido reconocidos consumidores de opiáceos. La lista incluye a genios del calibre de Baudelaire, Allan Poe, De Quincey, Doyle, Stevenson, Freud, Nietzsche, Artaud, Burroughs, Kerouak, Ginsberg, Huxley, Jünger, Michaux, etc.

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